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mercoledì 22 gennaio 2014

La libertad de información es una utopía

Libertad de información
Es imposible combatir las injusticias sociales que nos rodean y que, con demasiada frecuencia, sufrimos casi todos, si los medios de comunicación tienen la mordaza puesta y la libertad de información está condicionada por interese políticos, comerciales, económicos, religiosos, etc.
Hace años, cuando nos dábamos palmaditas en la espalda por la buena transición que habíamos hecho y las televisiones autonómicas, garantes de la libertad de infomación y de la pluralidad, brotaban como hongos por la geografía española, se decía entre los profesionales de lo público que al ganador de las elecciones autonómicas le tocaba una televisión y una caja de ahorros. Bien, esto era así porque automáticamente pasaba a asumir la dirección de ambas y las convertía en entidades al servicio de sus interese políticos y de los poderes financieros a quienes rendía cuentas, despojándolas de su finalidad social, para la que fueron creadas ambas. En el caso de las cajas de ahorros ya vemos cómo ha terminado la cosa; pero es que en el de las televisiones estamos asistiendo a lo mismo, como ejemplos tenemos Telemadrid y Canal 9, arruinadas, y pasará con otras.
Nada más tomar el poder el Partido Popular lo primero que hizo fue cambiar la ley que introdujo el gobierno anterior, que establecía el modo de designación del director de RTVE, la cual debía establecerse con el consenso de las fuerzas parlamentarias. Con el nuevo gobierno de Rajoy se vuelve al tipo de designación anterior, es decir, al director general lo nombra directamente el gobierno. Así, el PP nombró director de RTVE al que era director de Telemadrid, conocido por línea informativa al servicio de Esperanza Aguirre y sus adláteres.  La consecuencia es que RTVE ha pasado de ser una televisión pública galardonada con prestigiosos premios internacionales precisamente por esa libertad informativa en su programación, a convertirse en un nuevo canal de propaganda del gobierno con vergonzosas manipulaciones, exactamente igual que las que acontecían en las ya difuntas Telemadrid y Canal 9.
El problema de la prensa escrita es igualmente dramático, pues a la crisis económica que les ha adelgazado bastante, se unen los intereses de los grupos empresariales que están detrás de ella, directa o indirectamente, así que tampoco podemos esperar mucha libertad informativa.
Los periodistas y profesionales de la información se encuentran sumidos en una profunda indefensión puesto que a las tradicionales presiones políticas y económicas ahora se suma el miedo a quedarse sin un puesto de trabajo que escasea y que una vez perdido es prácticamente imposible de recuperar, con lo cual, muchas veces, la necesidad de trabajar les obliga a tragar con un modo de informar que les avergüenza. Sin embargo, paradójicamente, la experiencia más reciente nos ha demostrado un hecho verdaderamente desolador: tampoco obedecer, estar callados y contar las cosas como nos ordenan nos garantiza nada. En cualquier momento, debido a la fraudulenta gestión pública, en unos casos, y a los problemas económicos que atraviesan las empresas del gremio en otros, cualquiera puede acabar en la calle en cualquier momento. Eso sí, hay algunos, medios televisivos y prensa escrita, que tienen total libertad de información, los que están encantados con la situación que atravesamos y que no se cansan de escupir una y otra vez su demagogia insultando, falseando, manipulando, etc. Éstos viven por encima del bien y del mal, aliados y al servicio de los que están destruyendo el país.
Con este panorama no es de extrañar que tanto el gobierno como las empresas privadas presionen hasta la saciedad a los medios de comunicación hasta convertirlos en sus portavoces, ya que la amenaza y el miedo constituyen en estos tiempos de crisis una poderosa arma.  Así vemos ruedas de prensa de los miembros del gobierno –pese a la chulería con que informan de sus medidas injustas y la provocación con que a menudo nos obsequian- que transcurren sin preguntas por parte de los periodistas, comparecencias virtuales a través de televisores de plasma, preguntas pactadas y la última, designación a dedo de los periodistas que pueden hacer preguntas al presidente Rajoy. ¡Cómo van a preguntar algo comprometido! Si lo hacen se acabó.
Afortunadamente aún hay alguna excepción que se escapa todavía de este bozal informativo; hay programas de televisión como Salvados o El intermedio, o periódicos en la red como Infolibre, que siguen criticando, denunciando y destapando escándalos, no sin riesgo ya que, -denunciadas por ellos mismos- las amenazas y presiones están a la orden de día. Esperemos que resistan porque es lo poco que queda ya de una libertad de información cuyos medios se han convertido en meros aparatos propagandísticos de esta dictablanda gubernamental y económica que nos está hundiendo.

http://otracorriente.com/la-libertad-de-informacion-es-una-utopia/

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